lunes, 19 de mayo de 2008

La obsidad contribuye al calentamiento global

Un estudio publicado en la revista 'The Lancet' afirma que las necesidades de las personas obesas de alimentos y transporte provocan la emisión de más CO2 que las de las delgadas
El calentamiento global del planeta también está relacionado con la obesidad de sus habitantes ya que, como apunta un equipo de expertos de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, las personas obesas o con sobrepeso necesitan más combustible para su transporte y para el de los alimentos que consumen. El problema, indican, empeorará a medida que la población "engorde".
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio, realizado por los investigadores Phil Edwards e Ian Roberts, y que recoge el último número de la revista The Lancet. "Todos nos estamos volviendo más gordos y es una responsabilidad global", ha manifestado Edwards. "La obesidad es una parte clave del panorama general" que se suma a la escasez de alimentos y al mayor precio de la energía.

Población obesa en aumento

Al menos 400 millones de adultos en todo el mundo son obesos, una cifra que va en aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en 2015, un total de 2.300 millones de adultos tendrán sobrepeso y más de 700 millones serán obesos.
En su investigación, los científicos han vinculado un 40% de la población global con la obesidad, con un índice de masa corporal (IMC) cercano a 30. Muchas naciones se están acercando rápidamente a este nivel o incluso lo han superado, ha afirmado Edwards.
El IMC es un cálculo que relaciona la altura con el peso y su rango normal oscila entre 18 y 25. Más de 25 puntos se considera una indicación de sobrepeso y más de 30, obesidad.

Promover un saludable IMC

Los investigadores han descubierto que las personas obesas requieren 1.680 calorías diarias para mantenerse y otras 1.280 para realizar sus actividades diarias, lo que supone un 18% más que aquéllos que tienen un IMC normal.
Dado que las personas más delgadas comen menos y son más propensas a caminar que a usar coches, la población más delgada disminuiría la demanda de combustible para transporte y agricultura, como ha señalado Edwards. Además, el 20% de los gases de efecto invernadero provienen de la agricultura, por lo que si las necesidades de alimentos son menores, la emisión de gases, también.
El próximo paso es cuantificar cuánto está contribuyendo la población de más peso al cambio climático, los mayores precios de los combustibles y la escasez de alimentos, ha indicado el autor. "La promoción de una distribución normal del IMC reduciría la demanda y el precio global de los alimentos", concluye el estudio de Edwards y Roberts.

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